4 Venezuelas


Como revolucionario convencido de que sin conciencia de lo social un pueblo no puede avanzar, debo confesar mi profunda tristeza y hasta decepción al ver las 4 Venezuelas que se viven en este momento. No se trata sobre zurdos y derechos, ni siquiera sobre si somos ambidiestros… es sobre Venezuela (y por favor no mal interpreten mis palabras porque no es un problema de ahora, esto viene arraigado y estampado en la sangre del venezolano). 

La primera Venezuela por la derecha, aclama una utopía de lo que se quiere como ideal de prosperidad económica, las llamadas utopías capitalistas o de mercado libre que se centran en la libre empresa, en una sociedad donde todos los habitantes tengan acceso a la actividad productiva, y unos cuantos (o incluso ninguno) a un gobierno limitado o mínimo. Allí los hombres productivos desarrollan su trabajo, su vida social, y demás actividades pacíficas en libertad, apartados de un Estado intromisorio y expoliador. Pero luego asoma desde su escondrijo la segunda Venezuela, más real y aplicada de lo hecho hasta el momento, lo que la historia ha dejado colar en nuestro haber como pueblo y que durante tanto tiempo vivió marcando su pelaje cual ganado que, una vez puesto el sello ardiente, lleva perenne su cicatriz. Nos hizo sobre(sub)vivientes, nos hizo hambrientos de poder.

Luego por la izquierda, una tercera Venezuela… La revolución del hombre, porque sus ideas, por cuanto criticaban las injusticias y las condiciones de explotación en la sociedad capitalista del siglo XIX, se levantó con nuevos aires que proclamaron tintes vivos, bocanadas de aire puro con promesas de cambio y esperanza que suplantarían los modelos y sanaría cualquier cicatriz vieja. Fueron voces de conciencia y un hombre que, cual granjero ante una tierra devastada, empezó a desyerbar y a esparcir semillas de plantas diversas y para reforestar mi patria. Muchas semillas han germinado, la mayoría diría yo, pero a partir de este punto del escrito ahonda mi pesar, ya que aquí empieza a insinuarse la cuarta Venezuela. La dejé adrede como la cuarta, porque siempre se hace hincapié en la fulana “4ta República”, para mí la 4ta Venezuela. Aquella que vivimos lejos de la capital, la que sigue repitiendo los ecos de viejas usanzas pero usando la fuerza de lo nuevo como excusa para disfrazar su cara. Las capitales viven entre la utopía capitalista y la socialista, pero los pueblos más alejados (o no tanto) viven con las laceraciones constantes del famoso capitalismo de cuartas y los cuatreros que refugiados en la inmunidad de la distancia, pero vestidos de rojo, que enturbian el trabajo de quienes realmente creemos que se puede hacer patria en conciencia y que aunque dejemos la piel y desgarremos nuestras gargantas para hacer llegar la voz un poco más allá de estas llanuras, no hay realmente nadie que transmita el mensaje o que al menos se aúne en el cambio. Muchos son los que se quejan en estos lares, siempre a la espera de que otro solucione, pero las cicatrices de lo viejo siguen en la psique.

Aún el venezolano no despierta, y ahora que el granjero se fue a arar otras tierras más etéreas, me pregunto si aquellas semillas y sus brotes podrán seguir creciendo, si seremos capaces de multiplicar el trabajo y simplemente cuidar la tierra, no porque sea de un color, sino porque es nuestra… es una sola Venezuela y realmente es una patria hermosa.

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