Noche Inquieta

Pasada la media noche
cuando las almas juegan libres
el ensueño se apropia del deseo
y los cuerpos se amoldan entre si.

Es el mío el que casi no reacciona,
se torna etéreo y vulnerable,
frágil ante la idea de tu toque
que como lava candente
sugiere la proximidad del volcán...

Es así como despierto con tu cuerpo,
susurrando mil veces tu nombre
mientras el abdomen tenso
tiembla haciendo un hueco
llenado solo por tu cuerpo tibio.

El aire se humidifica en torno al cuello
con tu respirar profundo sobre mi.

La piel erizada se llena toda
de mil gotas dulces que brotan sutiles
de tu boca y tu rostro.

Mágico néctar el que pruebo
cada vez que que mis labios se acercan a tu ombligo
mientras tu toque horada un surco indeleble 
por la piel ruborizada de mis muslos.

Me abres y cierras como libro franco
cuando mis manos te dibujan en la noche
y te aclaman en silencio
para despertar del sueño pero...

Ah... dicha de soñar que me permite sentirte
más allá de los límites del espacio.

Me has hecho el amor mientras dormía
pero en la memoria de este cuerpo
recuerdo cada segundo de tu caricia,
cada movimiento, cada sonido,
cada gemido de éxtasis que nuestro labios pronunciaban.

La aurora celosa aguarda detrás de la montaña
sin atreverse a salir irrumpiendo semejante acto
amor sublime aquel canto de alegría
que el viento propagó por le mundo
con los aromas exudados de nuestras pieles.

Me envuelvo sobre tu pecho perfumado
como sábana virgen que invita a descansar,
a sentir tus latidos...
aquel que marca poco a poco el ritmo
que los cuerpos siguen después de de fundirse

Pero antes de que la ola final nos envolviera
en su abrazo de eterna humedad
y nos llevara a las profundidades cual maremoto arrasante,
la sal regada sobre las sabanas se mezcla
con las salpicaduras de miel perlada

Néctar de tu cuerpo bebo
y soy alimentado por ti, de ti

Yo ya sin fuerzas
espero al amanecer a que por fin decida aparecer
y encontrarnos sobre hojas frescas,
desnudos, exhaustos,
con el pudor de ver el alma del otro
por primera vez.

Hoy te canto, alma mía, que este día te veo vivir
Hoy te canto con los sonidos más auténticos de mi naturaleza.
Si te canto así,
Es porque te he visto al fin
cuando tus dedos recorren mi rostro
y palpan mi piel sudada.

Oh noche taciturna,
te invito a que me tomes una vez más
para sentir su compañía
radiante y tierna como sol de otoño.

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